Raúl Ruiz volvió del exilio a Chile en 1990 y de inmediato quiso registrar su visión de Chile, un país que no se parecía demasiado al que había dejado diecisiete años antes. Junto a un conocido grupo de actores grabó La telenovela errante, una película que esta semana -veintiocho años después y gracias al trabajo de Valeria Sarmiento- llega a nuestra cartelera cinematográfica. Una excelente noticia para quienes disfrutan del cine y sobre todo para los seguidores del reconocido autor puertomontino. Existe, por supuesto, muchísima literatura sobre la obra del cineasta: entrevistas, análisis, perfiles; para esta entrada nos centramos en los libros de su autoría.
El espíritu de la escalera (UDP). Novela escrita por encargo para una publicación francesa -la traducción que nos convoca la hizo Mauricio Electorat-, con el pie forzado de ser una autobiografía. Ruiz la hizo a su estilo: fingió ser el fantasma de un parisiense bromista en el siglo XIX. El márketing cuenta que los retoques finales los hizo a pocos días de morir.
Amledi, el tonto. Recientemente editado por Hueders, es el texto de una obra teatral estrenada -cómo no- pocos meses antes de su muerte. Ruiz se vale de la figura de Hamlet para seguir observando uno de sus temas centrales: cómo hablamos los chilenos. Digno de ser revisitado.
Diario. Nunca pensamos que podríamos tener en nuestras manos el diario de Raúl Ruiz, sin embargo Bruno Cuneo y la Universidad Diego Portales lo hicieron posible. El texto se reúne en dos voluminosos tomos unidos en un paquete, por el que pasan todas las «notas, recuerdos y secuencias de cosas vistas» por el cineasta desde 1993 a 2011. En sus páginas se deja ver a un Ruiz menos críptico y abstracto que en sus películas.
Y por supuesto, las Poéticas del cine, también editadas por la Universidad Diego Portales. Tres clases de cine que no debieran abandonar jamás el velador de cualquier cineasta, y que merece el ojo de cualquier interesado en la narrativa universal.