Odisea

Cuando a los insolentes jóvenes Ulises hubo muerto en los vastos patios, colgó el arco bien saciado; caminó hasta el baño tibio para lavar su cuerpo. Vertían allí el agua dos esclavas. Y cuando vieron a su señor gimieron aterradas, pues vapor de vientre y muslos emanaba; sangre espesa y negra caía de sus manos. Sobre el suelo de mármol con estrépito dejan caer las ánforas de cobre. Suavemente sonríe entre su barba enmarañada el siempre-errante Ulises; y moviendo las cejas indica a las doncellas que se marchen. Largo rato gozó del agua tibia. Y cual ríos en su cuerpo las venas se extendieron; refrescábanse sus nervios; calma y serenidad retornan a su espíritu. Suavemente frota con óleo perfumado su larga cabellera; y a su cuerpo, endurecido por el agua salobre del mar, volvió la juventud: hizo florecer la carne fatigada. En medio de la sombra perfumada, el alzapaño de doradas puntas mostraba las túnicas lucientes que su pura pareja habíale bordado con figuras de inmortales y de navíos y céfiros veloces. Extiende las manos, quemadas por el sol, y quedamente elige aquella de color más encendido. Sobre sus hombros la despliega. Quita luego el cerrojo y la puerta y el umbral flanquea. Un momento deslumbró a los esclavos su sombra dilatada, mas ya se iluminaron las ennegrecidas vigas del hogar paterno. Penélope que, silenciosa y pálida, en el trono esperaba, se vuelve a ver y tiemblan sus rodillas de pavor: «No es éste el que aguardé año tras año, oh Dios, con grande anhelo, veo un dragón gigantesco que, semejante a un hombre, nuestra casa pisa”. Nikos Kazantzakis. Tajamar.

$37.900

1 disponibles

SKU: 9789568245917 Categoría: Etiquetas: ,

Ficha técnica

Páginas

954

Editorial

Tajamar

ISBN

9789568245917