Creer en la historia

La historia fue una potencia y la gran creencia de los tiempos modernos. Auténtica teología organizaba el mundo y le daba sentido. Nos pusimos a su servicio, hasta el punto de enceguecernos, incluso de cometer lo peor en su nombre. Jueza suprema de las conductas y de los acontecimientos, entusiasmó y aterrorizó. En tanto que asunto de los historiadores, ambicionó ser una ciencia, mientras que los novelistas se dedicaron a decir este mundo atravesado por la historia. Desde los años ochenta esta omnipotencia ha sido cuestionada. Nuestra relación con el pasado, en adelante, es más un asunto de memoria que de historia: demasiado imprevisible o demasiado previsible, el porvenir parece haber desaparecido de nuestro horizonte y el historiador está atrapado en la urgencia del presente. Actualmente justiciable antes que jueza, a la historia le cuesta cumplir su papel de vínculo entre el pasado, el presente y el futuro. ¿Qué sentido darle hoy en día a la palabra “historia”? En la estela de sus trabajos sobre el tiempo, Francois Hartog convoca, durante esta amplia investigación sobre nuestro mundo contemporáneo, a historiadores, filósofos y novelistas –de Tucídides a Braudel, de Aristóteles a Ricoeur, de Balzac a McCarthy- con el fin de poner de relieve lo que hoy mismo se juega esta época. Francois Hartog. Universidad Finis Terrae.