Hastiado de escribir historietas de superhéroes y buscando nuevos soportes en los que volcar sus temas e intereses (y mientras escribía From Hell, obra capital del género y de todo lo demás), Alan Moore creó el Gran Teatro Egipcio de las Maravillas de la Luna y la Serpiente, en el que desarrolló variadas performances, «actos de magia ceremonial y una exploración por los clásicos temas habituales de su increíble obra (el ocultismo y misterio, el poder de la palabra y el lenguaje, la psicogeografía, la memoria que aún se mantiene de forma latente y viva en el propio presente, el verdadero significado del arte, la obra de William Blake o las historias sobre crímenes y personajes oscuros».
El volumen que presentamos nos llega como novedad, recientemente editado por La Felguera Editores. Es la primera vez que se reúnen los cinco textos que dieron paso a estas performances bajo el rótulo de El libro de la serpiente, con la supervisión del propio Moore, quien anota en el preámbulo de su obra: «Cuando cumplí 40 años anuncié que iba a ser mago. Un amigo me recomendó que buscara una deidad, y empecé a adorar a la serpiente Glycon. Suena absolutamente cierto: el falso profeta Ajandro de Abonutico, que era la persona que montaba el espectáculo de Glycon, tenía una boa constrictor domesticada y tenía su cabeza metida bajo su brazo, y cubriendo su hombro tenía un tubo por el que hablaba, diseñado para parecer la cabeza inhumana de pelo largo de esta serpiente, con colmillos articulados para que pareciera que hablaba. Sí, eso suena bastante verosímil. Si voy a tener un dios, prefiero que sea un absoluto fraude y un títere, porque así es improbable que empiece a creer que ese títere creó el universo ni nada peligroso por el estilo».